Había estado esperando durante mucho tiempo hacer esta emocionante aventura en las Tierras del río Gaià. Las pasarelas suspendidas en el aire, los puentes colgantes vertiginosos, los pasos con cuerdas, las empinadas subidas y las peligrosas bajadas me esperaban en un recorrido de 18 km. ¡Incluso había un Gorg negre, aunque en realidad era de color verde!

El inicio del sendero se encontraba entre los pueblos de Pont de Armentera y Querol, y podía elegir diferentes opciones de ruta.

La ruta del río Gaià.

La primera opción era hacer todo el recorrido de ida y vuelta, incluyendo el Gorg negre, lo cual sumaba aproximadamente 18 km. La segunda opción era realizar la ruta desde Pont de Armentera hasta Querol solo de ida, pero para esto se necesitarían dos automóviles. En esta opción, el recorrido tendría una longitud aproximada de 8 o 9 km. La tercera opción consistía en hacer solo el tramo de las pasarelas y el primer puente, lo cual serían unos 6 o 7 km de ida y vuelta, comenzando en Pont de Armentera. Por último, si se comenzaba desde Querol, se podía hacer el Gorg negre y el puente colgante de Boixanc, lo cual añadía alrededor de 6 km al recorrido.

Consejos para la ruta.

Antes de comenzar la ruta, era importante tener en cuenta algunas cosas. Si hacía calor, era necesario llevar una gorra, protección solar y mucha agua, ya que el tramo de montaña era largo y no había mucha sombra, además de que el río estaba lejos. Si se optaba por hacer el recorrido completo, era recomendable salir temprano para evitar el calor y la aglomeración de personas. Los puentes y pasarelas eran seguros incluso para los niños, pero se debía tener cuidado. En cuanto a los perros, no se sabía si estaban prohibidos o no, pero había que tener en cuenta que las pasarelas eran estrechas y los tablones estaban distanciados, además de los puentes colgantes. No estaba claro si estaba permitido bañarse en la zona, por lo que era importante informarse al respecto. Al caminar sobre los puentes colgantes y las pasarelas, era necesario respetar los turnos, ya que se colocaron carteles que indicaban que solo podían pasar dos personas a la vez, pero lo ideal era que pasara solo una persona a la vez, ya que no se sabía cuánto podían llegar a moverse. Y por último, pero no menos importante, siempre se debía llevar una bolsa de basura para recoger los desechos.

Empezamos la aventura.

Comenzando la ruta, las primeras pasarelas aparecían después de un comienzo algo aburrido en las afueras del pueblo. Eran pasarelas cortas y divertidas que, a pesar de parecer un poco deterioradas, eran totalmente seguras. No había mucha altura, lo cual tranquilizaba a las personas con vértigo.

El siguiente tramo nos llevaba por una canal, la cual debíamos bordear con cuidado, ayudándonos de una cuerda para pasar por un paso estrecho. Al final de la canal, encontrábamos una pequeña presa que cruzábamos a través de un puente de madera antes de seguir el camino.

El tercer tramo nos llevaba al primer puente colgante, que aunque era corto y no muy alto, causaba impresión debido a que no había barandilla para agarrarse y se movía un poco.

El frondoso bosque de Gaià.

Continuando la ruta, atravesábamos un frondoso bosque y en pocos kilómetros llegábamos a un paso con cuerdas para llegar a las segundas pasarelas. Estas eran más cortas y nos sabían a poco, pero estaban ubicadas en una zona muy hermosa junto al río Gaià. No causaban impresión, ya que al comenzar a caminar sobre ellas, se podía apreciar el río con su color característico y uno no se fijaba tanto en las pasarelas.

El siguiente tramo nos llevaba por una zona de montaña, donde debíamos ascender poco a poco, pasando por las viñas y la masía de Mas Espluga a nuestra derecha. Llegábamos a una Balma o cueva, que resultaba ser el tramo más pesado de toda la ruta. Teníamos que subir una pendiente empinada de unos 700 u 800 metros. No teníamos problemas para subir, ya que nos ayudábamos con bastones, pero la bajada era otra historia. Debido al desnivel y al suelo arenoso que resbalaba, tuve que bajar sentado, ¡fue toda una aventura! Además, en algunos tramos no había sombra, lo cual hacía que en un día de calor se volviera insoportable. Sin embargo, era importante recordar que el río quedaba muy abajo y no había forma de refrescarse en él.

Descendemos por la ruta del río Gaià.

Descendiendo por el sendero, llegábamos al segundo puente colgante, conocido como Mas Boixanc. Era un lugar hermoso con mucha vegetación cerca del río. El puente era largo y, lo más importante, tenía alambres para sujetarse. Al cruzarlo, se podía ver una pequeña poza y un salto de agua. El puente se movía bastante, lo cual dificultaba mi intento de grabar mientras lo cruzaba. En dos ocasiones tuve que dejar de grabar porque era imposible mantener la cámara estable. Este era un buen lugar para hacer una pequeña pausa. Durante la ida, paramos allí para refrescarnos y comer algo. En el regreso, decidimos hacer otra parada para descansar y refrescarnos antes de continuar por el camino.

En el último tramo de la ruta, encontrábamos varios puentes, un molino y el Gorg negre. Después de cruzar el puente, seguimos el camino hacia la izquierda hasta llegar a un desvío. Aquí teníamos la opción de ir hacia Querol o hacia el Gorg negre, y elegí la segunda opción. Cruzamos el río por el tercer puente y, remontando el sendero, llegamos a la parte más complicada donde el camino desaparecía. El rastro que seguíamos nos llevaba a adentrarnos en el campo. Después de un tiempo, retomamos el camino correcto, pasando junto a un puente donde se encontraba el escondido Molino de Querol, cubierto por la hierba.

El Gorg Negre.

Unos kilómetros más adelante, encontramos el desvío hacia el Gorg negre. A medida que nos acercábamos, la vegetación se volvía más densa. Antes de llegar al Gorg, pasábamos por un pequeño puente. El agua allí adquiría un tono verdoso y había mucho musgo. También había pequeñas cascadas y un Gorg en la parte más alta. Después de disfrutar del paisaje durante un rato, emprendíamos el regreso por el mismo camino.

En resumen, la ruta por el Camino de las Tierras del río Gaià es una experiencia emocionante y desafiante que ofrece una variedad de paisajes y atracciones naturales. Desde las primeras pasarelas hasta los puentes colgantes, pasando por la canal, la presa, las viñas, la masía, la Balma, el Molino de Querol y el Gorg negre, cada tramo de la ruta tiene su propia belleza y encanto. Es importante tener en cuenta las recomendaciones sobre el equipo necesario, la precaución con los niños y las mascotas, así como el respeto a las normas y a la naturaleza. Con una planificación adecuada y un espíritu aventurero, el Camino de las Tierras del río Gaià promete ser una experiencia inolvidable para los amantes de la naturaleza y el senderismo.